domingo, 26 de julio de 2015

Jabillo

El ochoó (Hura crepitans), también llamado jabillo, ceiba amarilla, solimán, es un árbol venenoso para las personas, de la familia de las euforbiáceas. Por su gran tamaño, constituye una especie maderable de gran valor económico.

Es nativa de las regiones intertropicales americanas, tanto en América del Norte y Central como en América del Sur, especialmente en las cuencas del Orinoco y del Amazonas

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Su carácter tóxico alcanza a los peces, por lo que se utiliza para atrapar peces atontados por su látex, como para contrarrestar mordeduras de serpientes. Sin embargo, hay aves (loros, por ejemplo) y monos que se alimentan de sus frutos y semillas, especialmente cuando están tiernas.

Los frutos pueden consumirse tostados, pero crudos son peligrosos por el látex de propiedades purgantes como la pichoga. El fruto es similar a una pequeña piña en forma de calabaza, con lóbulos alrededor que contienen las semillas en forma de disco del tamaño de altramuces aplanados, que están encerradas entre dos pequeñas valvas curvas de madera muy dura.

Estas semillas maduran al llegar la época de lluvias y el agua, al mojarlas, las hace estallar en muchos pedazos, produciendo un ruido muy fuerte. El estallido lanza las semillas a grandes distancias, con lo que puede extenderse el área de difusión.

Dicho estallido es el responsable de su nombre científico (el término crepitans hace referencia a este hecho). El tronco del jabillo contiene numerosas púas puntiagudas, probablemente originadas por una especie de adaptación para evitar que ciertos animales o plantas puedan trepar a la copa del árbol.

Es un árbol muy corpulento, su madera es pesada y compacta y sus raíces son bastante superficiales y con contrafuertes, como sucede en muchas especies forestales de la zona intertropical. Es un árbol poco conveniente para sembrar en ciudades por los siguientes motivos:
Su tronco, además de desarrollar púas peligrosas (su tamaño y peligrosidad depende de la especie o variedad) puede crecer considerablemente y afectar las construcciones vecinas, como se puede ver en la imagen.

Sus ramas pueden ser desgajadas durante las tormentas desarrolladas durante la época de lluvias ya que estas tormentas pueden crear vientos bastante fuertes aunque sean de breve duración: el peso de la madera mojada y el viento puede causar bastantes daños a casas y edificios al romperse.

Las semillas, al romperse durante las primeras lluvias, pueden lanzar fragmentos a gran velocidad en un área extendida, aunque no es frecuente que cause daños o heridas a los seres humanos.